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¿Cómo ha cambiado el Womad en Cáceres con el paso del tiempo?

¿Cómo ha cambiado el Womad en Cáceres con el paso del tiempo?

El Womad en Cáceres, un festival que ha marcado el compás de la música y la diversidad cultural en España, se enfrenta a cambios significativos en su esencia a lo largo de las ediciones. Desde su llegada en 1992, con la mágica actuación de Peter Gabriel, hasta la reciente edición, el festival ha evolucionado, pero ¿en qué medida? Este evento no solo representa música, sino un crisol de culturas que enriquecen la vida social de la ciudad.

La primera edición del Womad fue un impacto cultural, donde el entonces alcalde, Carlos Sánchez Polo, recordaba cómo el Príncipe Felipe se llenaba de 30,000 personas para ver a actos icónicos como Dire Straits. La Plaza Mayor se convertía en un espacio de celebración y unidad, en marcado contraste con el Cáceres más conservador donde no había lugar para festividades.

Sin embargo, en los últimos años, se han presentado desafíos. Las precipitaciones en el inicio del festival de este año hicieron tambalear las expectativas, pero gracias a la organización y a la pasión de sus asistentes, los conciertos continuaron sin interrupciones. Actos como Canchalera y Sanguijuelas del Guadiana ofrecieron una muestra del talento musical extremeño y un sentido de comunidad que parece ser el verdadero motor del festival.

Bajo la dirección de figuras como Pablo Naranjo y Pepe Higuero, el festival ha mantenido su enfoque en la diversidad y la convivencia. Aun así, muchos opinan que ha perdido parte de su esencia, y que la Plaza Mayor, aunque llena, necesita una "verdadera" conexión con su público. Las comparaciones con ediciones pasadas revelan que aunque el cartel sigue siendo diverso, el alma del evento se siente diferente.

La noche que The Zawose Queens llenó de ritmos africanos la Plaza Mayor refleja la fusión cultural que caracteriza al Womad, pero también plantea preguntas sobre la continuidad y la esencia del festival en un mundo en constante cambio. La participación del público parece ser menor si la comparamos con años anteriores, lo que provoca reflexiones sobre cómo atraer a nuevas audiencias mientras se mantiene la esencia original.

Hoy, el festival concluye con el esperado pasacalles, un evento que simboliza la culminación de la celebración de la diversidad cultural. Este año, los talleres infantiles proporcionan un bello y creativo cierre, mostrando la riqueza de la convivencia, aunque algunos se preguntan si el festival sigue logrando este objetivo como en tiempos pasados.

La reciente lectura de un manifiesto en apoyo a causas como la situación de refugiados y la guerra en Gaza también indica que el Womad sigue siendo un espacio de reivindicación, lo que demuestra que su impacto va más allá de la música. La preguntas ahora son: ¿Cómo será el futuro del festival y qué pasos se deben tomar para revitalizar su esencia?

Esperamos tus opiniones en los comentarios. ¿Crees que el Womad puede recuperar su esencia original? ¿Qué hace falta para que su magia regrese? Comparte tus pensamientos y experiencias sobre este emblemático festival.