Historias de argentinos tras el paso de la DANA en España: ‘Mis compañeros del Otto Krause están organizando una colecta para ayudarme’
“Ayer tuvimos que desechar doce mil empanadas”, comenta con tristeza Daniel Outeda, el porteño que lleva cinco años horneando empanadas en Aldaia, el municipio valenciano afectado por el desbordamiento del barranco de la Saletta el martes 29 de octubre.
Daniel y Romina, su pareja, habían montado una fábrica de empanadas artesanales en un antiguo horno de pan en el pueblo, que llevaba abandonado diez años.
En la calle Pintor Murillo de Aldaia, justo frente a las obras de renovación de un edificio que estaba quedando precioso y donde el municipio planeaba trasladar la biblioteca, Daniel y Romina cocinaban empanadas y alfajores de maicena bajo su marca, La milonga.
“Hemos perdido todo”, dice Daniel este sábado. En la entrada de su local, ya dan por perdido el microondas que quedó cubierto de barro y con la puerta abierta. Los congeladores, organizados por tipo de repulgue y sabores de empanadas, llevan cuatro días sin funcionar. Daniel duda que vuelvan a hacerlo.
“Hemos perdido el trabajo de cinco años de mi esposa y mío. Somos dos trabajadores. Cuando comenzamos, no teníamos ahorros ni nadie que nos prestara dinero. Ni avales ni bancos. Fueron cinco años de esfuerzo y estábamos a punto, muy cerca, de comenzar a ver los frutos de tanto esfuerzo. Y de repente, el agua”, resume, pausando las palabras para contener las lágrimas.
“Hubo un metro y medio de agua dentro del obrador, como se le llama aquí a la cocina industrial, en un local de 150 metros cuadrados en los que no queda nada”, cuenta Daniel.
Él mismo desmontó el motor del horno industrial, del tamaño de un ascensor vidriado que jamás debería haber estado en contacto con el agua, para ver si tiene arreglo. Sin el horno, será muy difícil levantar La milonga nuevamente.
Entre congeladores enormes salpicados de barro, Daniel relata la historia de La milonga, el nombre que dieron a su emprendimiento inspirado en el ritmo que los unió: el tango.
Porque Daniel y Romina se conocieron en la feria de San Telmo, donde él, vecino de Constitución, cantaba y ella, de Mataderos, bailaba.
Llevan diez años juntos y eligieron Aldaia, en la provincia de Valencia, “porque es un pueblo maravilloso y los argentinos aquí somos bien recibidos”.
Cuatro días de pesadilla
El día de la tormenta, la tempestad los encontró en la carretera, de regreso a Valencia. “Quedamos varados. Veíamos el agua subir. Tardamos 26 horas en regresar a casa -recuerda Daniel-. Por suerte, la policía estaba desviando el tráfico y no nos dejó pasar. Si hubiéramos seguido, nos habría atrapado lo peor de la inundación en el coche”.
Mientras relata cómo vivieron estos cuatro días de pesadilla, observa los envases de cientos de discos de empanadas apilados sobre una encimera limpia. “Habrá que ver si se salvan”, murmura.
“Hace dos años y medio que no paramos ni un fin de semana”, cuenta la pareja, que participa con sus empanadas en festivales dentro y fuera de España. “Vamos mucho a ferias y festivales medievales”, aclara Daniel. Para las próximas semanas tenían previsto viajar a una feria en Milán y otra en Francia. Ahora no saben si podrán.
La milonga llegó a vender 1.500 empanadas en un fin de semana y diez mil en un mes. “Nos aconsejaban comprar máquinas para hacer el repulgue o encargar el relleno industrial. Pero no, no. Nosotros hacemos todo a mano. Lo nuestro es artesanal”, aclara.
Ahora no sabe por dónde empezar. “Todo nos sirve. Necesitamos la ayuda de todos”, repite. “Y la estamos recibiendo. Desde Buenos Aires, mis compañeros del Otto Krause están haciendo una colecta para ayudarnos. Y muchos de ellos no están en una buena situación económica. También amigos de Italia, donde estuvimos viviendo un tiempo, nos han enviado dinero”.
Las peñas que agrupan a los hinchas de varios equipos de fútbol argentino que viven en el extranjero también se están movilizando para colaborar con los compatriotas y los vecinos que se quedaron sin nada. Las de River, de Málaga, y la de Boca, de Valencia, ya están recaudando fondos y ayudas.
En los pueblos devastados por las inundaciones causadas por las intensas lluvias del martes 29 de octubre, los vecinos se abrazan y dicen: “El pueblo salva al pueblo”. “Eso. Yo creo en eso”, afirma Daniel.