Los vasos comunicantes de la mariposa de hierro: Alepo, al borde de caer en manos rebeldes
Los rebeldes sirios desfilan por el centro de Alepo, gritando y celebrando. No estamos en 2016, es 2024. Hoy. Alepo está al borde de caer.
A Bashar Al-Asad, el monstruo, el genocida, el carnicero, se le estaba quedando la cara de perdonado. Los rebeldes sirios, que alguna vez soñaron con derrocarlo, habían sido relegados a la esquina noroeste del país, en el cantón de Idlib. Las líneas territoriales llevaban estancadas cuatro años, desde que el alto el fuego mediado por Moscú y Ankara dejó a Asad con la carta ganadora: bombardeos aéreos esporádicos pero constantes, respaldados por Rusia. Algunos famosos rebeldes, conocidos por destruir tanques, incluso llegaron a considerar trasladarse, por qué no, a Ucrania. Europa buscaba excusas para devolver refugiados. Incluso Turquía, que durante los más de doce años de guerra civil había apoyado de forma ambivalente a los rebeldes, daba señales de querer fumar la pipa de la paz con Asad.
Y de repente, todo cambió.
Los rebeldes sirios han lanzado la mayor ofensiva desde 2020, avanzando kilómetros dentro de las zonas controladas por Bashar Al-Asad durante más de cinco años. Es probable que mientras se actualiza este artículo, los milicianos estén plantando su bandera en pleno centro de Alepo, la segunda ciudad más importante del país, mientras las fuerzas del Ejército retroceden hacia los suburbios orientales.
Como vasos comunicantes, los conflictos traspasan fronteras, interconectados. El batir de alas de la mariposa de hierro de la guerra en Ucrania, Corea del Norte, Israel o Líbano provoca giros inesperados en el tablero sirio.
25 de noviembre: sin noticias de Siria. Rusia lanza su "venganza" contra Ucrania por el uso de misiles de largo alcance en su territorio.
26 de noviembre: Israel aprueba un alto el fuego en Líbano.
27 de noviembre: Comienza la operación "Disuasión de la agresión" en el noroeste de Siria.
Lo que nadie esperaba, quizá ni siquiera los propios rebeldes, era la falta de resistencia. Lo que parecía una mini-ofensiva como tantas otras se convirtió en un avance sin obstáculos. En menos de 12 horas estaban a las afueras de Alepo, a solo 5 kilómetros de la ciudad. Para el 28 de noviembre, apenas 48 horas después, ya controlaban más de 100.000 kilómetros cuadrados y 25 localidades en tres áreas: Alepo, Saraqib (más al sur) y Hader, lo que les permitiría cercar Alepo desde el sureste.
Los primeros barrios y bases militares caían como frutas maduras.
Tres días después, los rebeldes controlaban oficialmente al menos cinco barrios dentro de Alepo, tomándose fotos en la plaza principal de la ciudad. El viernes por la tarde, afirmaron haber capturado la localidad de Saraqib, cortando la estratégica autopista M4-M5, que conecta la capital con Alepo, dificultando así la llegada de refuerzos y suministros al Ejército.
Todavía no hay señales de una respuesta organizada por parte de las fuerzas de Asad, salvo algunos bombardeos sobre Idlib, bastión rebelde. También se han reportado deserciones masivas.
Los protagonistas de este avance inicial son los combatientes islamistas de Hayat Tahrir Al-Sham (HTS, Comité de Liberación del Levante, en árabe). Herederos del Frente Al-Nusra y considerados terroristas por la Unión Europea, en los últimos años han cambiado su enfoque hacia una lucha más geográfica y pragmática por la independencia siria. En 2013 rompieron con el Estado Islámico, enfrentándose a ellos en varias ocasiones, y en 2016 se separaron de Al Qaeda.
Ante el inesperado éxito de su ofensiva, otros grupos rebeldes se han unido, abriendo nuevos frentes. Conforme avanzan, capturan el armamento abandonado por las tropas sirias en retirada: tanques, vehículos blindados, misiles antitanque, sistemas de drones, rifles… Lo sabemos porque ellos mismos lo transmiten en directo, con fotos aéreas, cámaras GoPro y selfies sonrientes con misiles MANPADs.
Mucho de este armamento es de fabricación rusa. Aunque no ha podido ser verificado de forma independiente, hay vídeos que muestran a personal ruso capturado por los rebeldes.
"Hay factores internos", señala Muhsen Al Mustafa, investigador del Centro Omran de Estudios Estratégicos. Pese a que el conflicto llevaba años congelado, Asad confiaba en sus aliados para evitar negociaciones solicitadas por Estados árabes y Turquía, mientras mantenía bombardeos sobre zonas rebeldes para hacerlas inhabitables. Sin el apoyo aéreo ruso ni las milicias chiíes, el Ejército sirio no ha mejorado sus capacidades. Por otro lado, los rebeldes han entrenado y desarrollado sus tácticas durante años.
El inesperado éxito también se debe a factores externos, como el debilitamiento de Rusia. Desde que se intensificó la guerra en Ucrania, Moscú ha movilizado recursos que antes mantenía en Siria, dejando a Asad con menos apoyo estratégico.
Si esta ofensiva culmina con la caída de Alepo, será un golpe devastador para el régimen de Asad. Sin embargo, queda por ver si los rebeldes podrán mantener sus avances a largo plazo