
¿Puede Un Solotorero Transformar Una Tarde De Toros Aburrida En Un Espectáculo Inolvidable?
En la plaza de toros de Sevilla, el 2 de mayo de 2025, una jornada marcada por la intrascendencia fue rescatada por la habilidad y destreza de un único torero: Borja Jiménez. Su actuación, en medio de lo que muchos consideran una tarde para olvidar, se convirtió en un espectáculo que atrajo la atención de los aficionados, recordando la importancia de la pasión en el toreo.

La jornada se presentó con la expectativa de continuar la estela del famoso Morante, pero poco a poco se tornó en un espectáculo soso y carente de emoción. Los toros de Jandilla fueron catalogados como de mala presentación y nulo juego, exceptuando al sexto, que fue el que permitió a Borja brillar entre la mediocridad que lo rodeaba.
A las 19:00 horas, los toreros Sebastián Castella y José María Manzanares acompañaban a Borja en lo que se predecía como una clase magistral de cómo no lidiar toros. Castella, con faenas largas y poco efectivas, junto a Manzanares, que no podía recuperar su antigua gloria, dejaron el camino abierto para que Borja se luciera.
Borja Jiménez, con un poderoso Jugarreta, no solo completó una labor digna de un campeón, sino que elevó el ánimo de los presentes. Con sus muletazos cambiados por la espalda y un dominio impresionante del toreo, logró enroscar a la plaza en un círculo de emoción. No escatimó en esfuerzos y, a pesar del desafío que representaba su oponente, supo conectar con los aficionados.
La música resonó con su interpretación del pasodoble Juncal, y, en medio de un silencio que precedió a la ovación, Borja culminó su faena con una estocada certera; el público estalló en vítores, solicitando las dos orejas que el presidente de la plaza, sensible a la entrega y labor del torero, concedió.
Entre los comentarios y murmullos que rodearon la tarde, se repetía la máxima: “¿Después de Morante, quién?”. Las palabras de Borja resonaban al salir de la plaza, dejándonos la reflexión de que la verdadera afición se mide no solo en la representación del toro sino también en la capacidad de un torero para encender la pasión del público.
Así, la jornada que comenzó como un soso espectáculo terminó siendo una gran noche gracias al coraje y habilidad de Borja Jiménez. Mientras la plaza trataba de recordar lo intrascendente que fue toda la tarde, él se alzaba como el héroe inesperado.
Esta experiencia nos lleva a cuestionarnos: ¿Puede la pasión de un solo torero salvar una tarde de monotonía? Los lectores están invitados a compartir su opinión y experiencias sobre lo que significa ser aficionado a las corridas de toros.